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     Caída

Mission 20 End - DMC3 OST
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- Tras combatir contra su hermano y dejar que éste se volviera al mundo humano con la espada que había pertenecido a su padre y el amuleto que conformaba media llave del inframundo, Vergil continuó cayendo por aquel lugar del infierno con sólo un pensamiento en su mente. Un pensamiento que dedicaba a su hermano y al deseo de que Dante se hiciera mucho más fuerte de lo que era ahora para que pudiera derrotar algún día a Mundus y vengar a su madre si él fallaba en tal tarea. Aunque la intención de Dante no fuese esa, lo que contaría es que el alma de Eva al fin descanse en paz.

Vergil no supo cuánto estuvo cayendo, sólo que cuando al fin pudo vislumbrar el final de aquella larga y aburrida caída no pudo evitar esbozar una media sonrisa. A fin de cuentas, ya le está esperando un comité de bienvenida con el que recordar que no es momento para sentimentalismos, nunca lo fue. Un enemigo volador cuya forma grotesca es casi mejor no comentar serviría a Vergil como forma de frenar su velocidad de caída y así aterrizar de manera más elegante en aquella especie de espacio abierto encharcado y con lo que parecen ruinas de algo desperdigadas por ahí. Rodeado de centenares de enemigos, Vergil no podía permitirse un momento de duda, sino que se centró en el combate para sobrevivir.

Mientras peleaba, Vergil se dio cuenta de un detalle importantísimo, un detalle que suponía antes de llegar al infierno pero comprobarlo le sacó una sonrisa en mitad de un corte con Yamato. En este lugar, en el hogar de los demonios, sus poderes se acrecentan, es mucho más fuerte aquí que en el mundo humano. Lo pudo comprobar en cada tajo, golpe usando a Beowulf e incluso esquivando parecía ser mucho más rápido y preciso. Hasta su aura de poder le bastaba para asustar a muchos enemigos que sólo se abalanzaban sobre él cuando lograban reunir un grupo lo bastante grande entre los rezagados del que estaba combatiendo el albino. Llegaba a ser tan intensa su aura que incluso algunos proyectiles débiles simplemente se desviaban al tener contactar con ella.

Aun con todo ese subidón de fuerza, a Vergil le costó mucho poder deshacerse de todos los enemigos, pues aunque él era más fuerte en el infierno, en este lugar también hay una cantidad muchísimo más exagerada de enemigos. Es por ello que, tras horas de combatir, acabó hincando la rodilla en el suelo, apoyado en Yamato. Jadeaba, de nuevo en forma humana, debido a lo agotado que estaba.

 

 

 


Sería en ese momento cuando el hijo del Legendario Caballero Oscuro Sparda viese, mientras se levantaba, algo que le puso los pelos de punta, que despertó en él una rabia y un dolor que sólo él conoce. Vergil vio delante de él su objetivo, su venganza... Tres ojos rojos, que emitían una energía electrizante, el símbolo del enemigo de su padre Sparda, Mundus...

¡Maldita sea! No estaba en condiciones de lograr vencer a quien tantas ganas tiene de matar. Acaba de dejar que su hermano se lleve la espada que perteneció a Sparda y su amuleto después de un combate que lo dejó bastante herido y encima ha tenido uno justo ahora que no ayuda precisamente a tener que enfrentarse contra Mundus con todo su potencial. Vergil sabía ya cuál sería el resultado del combate si se iniciaba, pero tampoco podía simplemente huir. Si se marchaba ahora, si intentaba escapar, estaría echando por tierra la leyenda de Sparda y además habría fallado a su madre en su promesa de vengarla. Una promesa que no piensa dejar de cumplir. Viendo que no le queda más que pelear contra Mundus sabiendo que va a ser derrotado, imaginó que su última esperanza es que Dante terminase el trabajo que él estaba empezando. -

Será divertido combatir contra el Príncipe de las Tinieblas. -Dijo el albino, aparentando tener confianza en que podría vencer al poderoso rival al que va a tener que hacer frente. - Si mi padre lo hizo... -Vergil desenvainó a Yamato, arrojando la vaina a cualquier lugar. Ya no iba a ser necesaria, no habría más posibles contenciones para él. Era todo o nada.- yo también debería ser capaz.

 - Cargando con todo lo que tiene y dejando salir un grito que mostraría su espíritu de lucha, Vergil emprendería una pequeña carrera hasta la localización del Príncipe de las Tinieblas, para combatir al fin contra él.

 


Cuando llegó, lo encontró en un lugar que sería visto años después por su hermano. Una especie de salón del trono que recordaba a una iglesia y que presidía una estatua de algo que se parecía más a la idea humana de Dios que a un demonio. Vergil, preparado para el combate, apuntaría con su katana a la estatua, sin decir nada. De repente, una especie de estacas de energía roja aparecerían de la nada atacando al hijo de Sparda, quien las desviaría con su Yamato. Mundus parecía que no tenía intención de combatirle de forma seria, lo cual empezaba a enfadar a Vergil. Incluso asumió su forma de demonio para poder imprimir a sus bloqueos la fuerza necesaria para devolver las estacas de energía, lo cual parecía estar causando daño al Príncipe de las Tinieblas. Cuando pensó que podría vencer este combate, escuchó una voz familiar, una que llevaba más de diez años sin escuchar, una voz que sólo había dicho en voz alta su nombre, llamándole.

"Vergil..."

No pudo evitarlo, a pesar de que todos sus instintos le dijeron que no mirase, que debía seguir centrado en su combate contra Mundus para así poder vengar a su madre, los ojos azules del híbrido se giraron, dándole al final la espalda a Mundus para contemplar atónito la figura de una mujer de cabello rubio y rostro amable cuyas facciones recordaba a la perfección. Ignoró por completo la ropa de cuero negro en lugar del vestido elegante y recatado que recordaba, Vergil sólo podía mirar ese rostro y recordar la imagen de la mujer cuya muerte intentaba precisamente vengar. La última palabra que salió de sus labios fue la más amarga de toda su vida.-

Mamá...

 - Cuando sus labios se volvieron a cerrar, la espalda de Vergil fue atravesada por una de las estacas rojas de energía demoníaca de Mundus, a la que le siguieron tres más antes de que el hijo de Sparda perdiese totalmente la consciencia y, en cierto sentido, la vida.-

Vergil Epilogue - DMC3 OST
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Result - DMC3 OST
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